Obtener la ciudadanía estadounidense representa una de las mayores protecciones contra la deportación, ya que la legislación del país impide que los ciudadanos sean expulsados.
Sin embargo, existen circunstancias excepcionales en las que una persona naturalizada podría perder su estatus y enfrentar un proceso de deportación. Las principales causas incluyen el fraude en el proceso de naturalización y la comisión de delitos graves que comprometan la seguridad nacional.
Según el Título 8 del Código de EE.UU., Sección 1451, el Gobierno puede iniciar un proceso de «desnaturalización» si se demuestra que la persona obtuvo su ciudadanía mediante información falsa o documentación fraudulenta.
En estos casos, un tribunal federal puede revocar la ciudadanía, devolviendo al individuo a su estatus migratorio previo. Si no contaba con residencia legal, podría ser deportado.
Aunque la ciudadanía estadounidense protege contra la expulsión en la mayoría de los casos, la legislación contempla excepción en delitos como traición, espionaje, terrorismo y crímenes de lesa humanidad.
Bajo el Título 18 del Código de EE.UU., una persona involucrada en actividades que pongan en riesgo la seguridad nacional puede enfrentar un proceso legal que derive en la pérdida de su ciudadanía y posterior deportación.
El Departamento de Justicia procesó casos de desnaturalización donde se probó la participación de ciudadanos en redes criminales internacionales o la ocultación de antecedentes que habrían impedido su naturalización.
En 2021, por ejemplo, un ciudadano estadounidense de origen extranjero perdió su nacionalidad tras descubrirse que ocultó su participación en un grupo terrorista. La ciudadanía estadounidense ofrece una protección sólida, pero no absoluta.
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