Lo que comenzó como una pequeña feria ocasional en el 2016, hoy se ha transformado en un fenómeno urbano y social. Cada sábado, cientos de personas se congregan en las calles Manco Inca y Mayta Cápac, en Patibamba Baja, donde el Baratillo de Abancay ha crecido hasta convertirse en uno de los mercados más concurridos de la ciudad. Aquí, el comercio informal encuentra su máxima expresión, productos de segunda mano y nuevos, a precios accesibles, circulan en un espacio que cada semana luce repleto. La expansión de esta feria no es casual. En un contexto económico desafiante, muchos ciudadanos ven en el Baratillo una alternativa para generar ingresos, mientras que otros encuentran en sus pasillos la posibilidad de ahorrar. Según estimaciones recogidas por el Diario Chaski, actualmente más de 500 comerciantes integran esta red de vendedores que dan vida al mercado los fines de semana. Pero no solo el Baratillo crece. La conocida feria de la Cachina, ubicada en la calle 28 de Julio, también experimenta un auge sostenido. Ambos espacios han alcanzado tal magnitud que ya no hay lugar para nuevos ambulantes, ante la falta de infraestructura adecuada y el uso intensivo del espacio público. Este crecimiento comercial refleja también una transformación urbana más profunda. Abancay se expande hacia la parte baja de la ciudad, donde los negocios informales proliferan y el flujo vehicular ha aumentado considerablemente, sobre todo en zonas neurálgicas como los accesos al hospital de EsSalud. La congestión y el desorden urbano son ahora parte del desafío que enfrenta la ciudad. A pesar de ello, estas ferias se han consolidado como símbolos del dinamismo popular y la resiliencia económica de los ciudadanos de Abancay. Lejos de ser simples espacios de venta, representan hoy verdaderos pulmones comerciales donde se entrecruzan la necesidad, la oportunidad y el ingenio. ¿El siguiente paso? Las autoridades locales deberán evaluar si es momento de formalizar y reordenar estos espacios, integrándolos al plan urbano de la ciudad, sin apagar la vitalidad que los hizo crecer.